
Marcela Cantero y un recuerdo a la memoria de atahualpa Yupanqui
Atahualpa Yupanqui, seudónimo de Héctor Roberto Chavero (Pergamino, Argentina; 31 de Enero de 1908 - Paris, Francia; 23 de Mayo de 1992). Su madre es vasca, su padre, criollo, Argentino de pura cepa. "Me galopaban en la sangre trescientos años de América, desde que don Diego Abad Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos, a hacer puertas y columnas para iglesias y capillas", escribe en el Canto del Viento.
Y al contar su infancia evoca su profunda afición a la guitarra, sus largos recorridos por Argentina, las más veces a caballo, hacia el Interior: "Donde sienta un chiflido amistoso, ahí me apeo, doy las gracias y pelo la guitarra. Si nada me dicen sigo caminando, que es quizá el signo de mi destino: caminar, caminar siempre."
Con infinito respeto Atahualpa Yupanqui restituirá en sus composiciones todas estas formas surgidas de la tradición más pura. Bajo forma diferente "El payador perseguido" completará "El canto del viento." A esta autobiografía se mezclan consejos y meditaciones sobre los temas más diversos. El texto es magnifico, la interpretación insuperable. Este poema de 726 versos se ha cotejado con "Martín Fierro" de José Hernández, publicado en 1872 y que ha conocido un gran éxito popular. El relato de las aventuras de un gaucho perseguido par las autoridades y que se transforma en héroe, victima de los ricos es escrito en coplas de seis versos. La lengua es la de los gauchos.
"Martín Fierro" y "El payador" presentan numerosas características comunes y quedarán, no cabe duda, como testimonios de una época. Atahualpa Yupanqui dice y canta este poema con ritmo de milonga. El estilo es el de una conversación amistosa y entrañable, una invitación a compartir las alegrías, las penas, las rebeliones.
Todo esto, lo percibe la sensibilidad. El lenguaje musical no conoce fronteras. Es asequible a todos. Somos muchos los que nos hemos visto acompañados por sus canciones, desde "Duerme negrito" hasta "Preguntitas...", pasando por "Campesino" y la "Milonga del Solitario."
Cuando describe una realidad social lo hace con pudor y dignidad. Se afirma como testigo, no como abanderado, dejando a cada uno libre de escoger y de decidir. Y uno lo aprecia, como signo de respeto. Este texto - que se afirma homenaje - se lo dejamos concluir al hombre, que supo marcar nuestra época, a Atahualpa Yupanqui:
"¡Y aunque me quiten la vida o engrillen mi libertad y aunque chamusquen quizá mi guitarra en los fogones, han de vivir mis canciones en el alma de los demás!" (El Payador Perseguido)
El árbol que tu olvidaste - Canción (Atahualpa Yupanqui)
Y al contar su infancia evoca su profunda afición a la guitarra, sus largos recorridos por Argentina, las más veces a caballo, hacia el Interior: "Donde sienta un chiflido amistoso, ahí me apeo, doy las gracias y pelo la guitarra. Si nada me dicen sigo caminando, que es quizá el signo de mi destino: caminar, caminar siempre."
Con infinito respeto Atahualpa Yupanqui restituirá en sus composiciones todas estas formas surgidas de la tradición más pura. Bajo forma diferente "El payador perseguido" completará "El canto del viento." A esta autobiografía se mezclan consejos y meditaciones sobre los temas más diversos. El texto es magnifico, la interpretación insuperable. Este poema de 726 versos se ha cotejado con "Martín Fierro" de José Hernández, publicado en 1872 y que ha conocido un gran éxito popular. El relato de las aventuras de un gaucho perseguido par las autoridades y que se transforma en héroe, victima de los ricos es escrito en coplas de seis versos. La lengua es la de los gauchos.
"Martín Fierro" y "El payador" presentan numerosas características comunes y quedarán, no cabe duda, como testimonios de una época. Atahualpa Yupanqui dice y canta este poema con ritmo de milonga. El estilo es el de una conversación amistosa y entrañable, una invitación a compartir las alegrías, las penas, las rebeliones.
Todo esto, lo percibe la sensibilidad. El lenguaje musical no conoce fronteras. Es asequible a todos. Somos muchos los que nos hemos visto acompañados por sus canciones, desde "Duerme negrito" hasta "Preguntitas...", pasando por "Campesino" y la "Milonga del Solitario."
Cuando describe una realidad social lo hace con pudor y dignidad. Se afirma como testigo, no como abanderado, dejando a cada uno libre de escoger y de decidir. Y uno lo aprecia, como signo de respeto. Este texto - que se afirma homenaje - se lo dejamos concluir al hombre, que supo marcar nuestra época, a Atahualpa Yupanqui:
"¡Y aunque me quiten la vida o engrillen mi libertad y aunque chamusquen quizá mi guitarra en los fogones, han de vivir mis canciones en el alma de los demás!" (El Payador Perseguido)
El árbol que tu olvidaste - Canción (Atahualpa Yupanqui)
El árbol que tú olvidaste siempre se acuerda de ti,
y le pregunta a la noche
si serás o no feliz.
El arroyo me ha contado
que el árbol suele decir:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.
Al que se va par el mundo
suele sucederle así.
Que el corazón va con uno
y uno tiene que sufrir,
y el árbol que tú olvidaste
siempre se acuerda de ti.
Arbolito de mi tierra
yo te quisiera decir que
lo que a muchos les pasa
también me ha pasado a mi.
No quiero que me lo digan
pero lo tengo que oír:
quien se aleja junta quejas
en vez de quedarse aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario