Perla Suez, la escritora mitad cordobesa y mitad entrerriana estuvo en el Centro Cultural General Paz.
Por Paula Villa
Dentro del Ciclo “Derecho a la Cultura” organizado por la Secretaria de Extensión Universitaria, subsecretaria de Cultura, el martes pasado la escritora Perla Suez compartió un cálido encuentro con su público en el Centro Cultural General Paz. La propuesta se titulaba “El libro que me cambió la vida” y la cuidadosa elección de la invitada fue Juan L. Ortiz Obra Completa.
La también escritora, Andrea Guiu, fue quien se encargó de la presentación, y después, por supuesto, propuso intervenciones que
La también escritora, Andrea Guiu, fue quien se encargó de la presentación, y después, por supuesto, propuso intervenciones que
crearon un espacio de diálogo, repleto de anécdotas, vivencias íntimas, PERLA SUEZ
aportes literarios y extra literarios, jugosas lecturas, y mucha interacción.
La primer pregunta: “¿Un libro te puede cambiar la vida?”, a lo que Suez respondió, todavía pensante, que “no hay un libro o una lectura que te cambie la vida, sino muchas”, mientras que se esté buscando un sentido a través de las artes. Y aclaró que ante el interrogante, se le “cruzan por la cabeza miles de autores clásicos e imprescindibles”, pero eligió a “Juanele” porque su poesía le es cercana, se identifica con sus paisajes, y desde su adolescencia (cuando él era paciente de su padre y no era todavía reconocido) ella lo leía.
Ambos son litoraleños y parece haber –según la narradora entre dudas, risas, sorpresas y aciertos- una cosmovisión literaria entre quienes comparten su origen en la zona húmeda del litoral. Los ríos de la mesopotamia, “el agua da una vivencia fuerte”. Y reafirmó: “Vivir entre ríos tiene mucha fuerza”.
Así, en “Juanele” encontró las vivencias de los sauces, los peces, la lluvia, la isla, el vaivén del río, el movimiento de la balsa, y el sonido del agua que toca la madera. “Me movía ese paisaje, se hizo carne en mí”, dijo, y en esa búsqueda volvía al pasado.
También hubo tiempo para narrar fragmentos de su infancia en un pequeño pueblo de Entre Ríos, cruzado por el Paraná y el Uruguay. Muchas imágenes guardadas, como “cuando el agua de los ríos y el cielo tan transparente parecía formar una sola cosa”.
Entre charla y charla, entre tema y tema, se definió como una persona que está y siempre estuvo entre vaivenes; entre ríos (el Paraná y el Uruguay), entre sus costas (de izquierda a derecha y de derecha a izquierda), entre países (entre Uruguay y Argentina), entre ciudades (Entre Ríos y Córdoba), entre idiomas (castellano y el hebreo que estudió de chica)…
Para Suez, Ortiz también expresa ese movimiento del río y esos vaivenes del agua, por ello “Juanele no me cambió la vida pero forma parte de mi vida”, subrayó finalmente.
En tanto, la escritora aprovechó la ocasión para explicar qué busca con su narrativa, qué le gusta leer, a quién y qué busca como lectora puesto que “la literatura debe narrar pero no explicar, crear interrogantes pero debe dejar que las conclusiones las saque uno”.
La primer pregunta: “¿Un libro te puede cambiar la vida?”, a lo que Suez respondió, todavía pensante, que “no hay un libro o una lectura que te cambie la vida, sino muchas”, mientras que se esté buscando un sentido a través de las artes. Y aclaró que ante el interrogante, se le “cruzan por la cabeza miles de autores clásicos e imprescindibles”, pero eligió a “Juanele” porque su poesía le es cercana, se identifica con sus paisajes, y desde su adolescencia (cuando él era paciente de su padre y no era todavía reconocido) ella lo leía.
Ambos son litoraleños y parece haber –según la narradora entre dudas, risas, sorpresas y aciertos- una cosmovisión literaria entre quienes comparten su origen en la zona húmeda del litoral. Los ríos de la mesopotamia, “el agua da una vivencia fuerte”. Y reafirmó: “Vivir entre ríos tiene mucha fuerza”.
Así, en “Juanele” encontró las vivencias de los sauces, los peces, la lluvia, la isla, el vaivén del río, el movimiento de la balsa, y el sonido del agua que toca la madera. “Me movía ese paisaje, se hizo carne en mí”, dijo, y en esa búsqueda volvía al pasado.
También hubo tiempo para narrar fragmentos de su infancia en un pequeño pueblo de Entre Ríos, cruzado por el Paraná y el Uruguay. Muchas imágenes guardadas, como “cuando el agua de los ríos y el cielo tan transparente parecía formar una sola cosa”.
Entre charla y charla, entre tema y tema, se definió como una persona que está y siempre estuvo entre vaivenes; entre ríos (el Paraná y el Uruguay), entre sus costas (de izquierda a derecha y de derecha a izquierda), entre países (entre Uruguay y Argentina), entre ciudades (Entre Ríos y Córdoba), entre idiomas (castellano y el hebreo que estudió de chica)…
Para Suez, Ortiz también expresa ese movimiento del río y esos vaivenes del agua, por ello “Juanele no me cambió la vida pero forma parte de mi vida”, subrayó finalmente.
En tanto, la escritora aprovechó la ocasión para explicar qué busca con su narrativa, qué le gusta leer, a quién y qué busca como lectora puesto que “la literatura debe narrar pero no explicar, crear interrogantes pero debe dejar que las conclusiones las saque uno”.
