domingo, 21 de octubre de 2007

La escritora CRISTINA LOZA

Entrevista a Cristina Loza





Por María Celina Zuliani
celinazuliani@gmail.com




“La escritura es un exorcismo”

La escritora cordobesa Cristina Loza alcanzó el record editorial en ventas con su libro “El revés de las lágrimas”. Actualmente está escribiendo la continuación de su primera novela que se titulará “La hora del lobo”.

“La escritura te descubre, la escritura te encuentra, vos vas engañando la vida y en algún momento te alcanza”. Arroja esa frase luego de rememorar que durante 25 años ejerció su profesión de fisioterapeuta. Porque asegura que si bien sabía que tenía el talento para escribir, hasta ese momento no pudo dedicarse al oficio.

Paralelamente a su tarea de literata, montó en su casa un taller de escritura que ella misma define “para los chuequitos del alma”. Allí, quienes participan logran rehabilitar el espíritu, precisa que “la gente puede arreglar el placard interior, porque si no se acomoda lo viejo, no entra lo nuevo”.

La idea de este espacio es producto de su propia experiencia, Cristina cuenta que pudo salir de la depresión tras haber asistido a uno. Además, es allí donde surge “Malasangre”, su primera novela, recuerda que “había que escribir sobre una niña, Pilar (la protagonista) tomó mi lapicera y no la soltó hasta que terminó la novela”.

Decidió escribir la continuación de “Malasangre”, luego de visitar el campo de su padre en el norte cordobés, ese paisaje ambientó aquel primer relato. Aunque retoma la historia, transcurrieron 25 años, resume que “Pilar, ya adulta, vuelve a ese lugar para ordenar sus sentimientos y revelar los misterios que habían quedado inconclusos”.

“El revés de las lágrimas”, su segunda novela, cuenta la historia de Damiana. Una mujer con una vida plena y feliz, hasta que un malón ataca su estancia y es llevada cautiva por los indios ranqueles. Según Loza, no encontrar historias narradas por las mismas cautivas la impulsó a pensar “debió existir alguna que se reveló y no está contado”.

La novelista tiene una forma particular de narrar, especifica que “escribo como pienso. Un personaje le tiene que dar la voz al otro, no hago el diálogo”. De este modo, cuando incorporó el idioma ranquel al texto, lo tejió con el castellano: “el indio cuando la nombra a Damiana: ‘Ñé Weñú, ojos de cielo, maikono, dulce torcaza’, al transcurrir las páginas quien lee sabe qué significa, lo aprendió así”.

Ésta obra es una novela histórica, manifiesta que realizó un gran trabajo de investigación “cuando ponía un dato lo corroboraba por lo menos con tres fuentes, a partir de ahí pude ficcionar alrededor”. Para finalizar, sostiene que la escritura es sanadora, argumentando que “en un momento me sacó de la depresión y en otro me ayudó a pasar el duelo, es un exorcismo”.

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