domingo, 21 de octubre de 2007

La pluma de ALFREDO LEMON


NORA


El fiscal Di Santo y el escritor Di Santis
ordenan cada escena, sus relatos,
según las exigencias del público espectador.


El cinto de una bata, los celos,
el dinero de una herencia, el semen,
un sacerdote próximo a la familia
y la posibilidad de un incesto como telón de fondo.


Tanta información abrumó las pupilas del lector
hasta llegar a obsesionarlo.


Todo lo oculto se volvió evidencia.
No son tantas las hipótesis pero nada ocurrirá.
Es más fácil que un camello pase por el ojo de una cerradura
que un rico entre en el reino de los cielos.


¿Confiabas acaso en la confesión del asesino ?
Cuando la hipocresía resulta tan cuidada,
anula toda culpa y borra hasta la misericordia.
Conspiraron demasiado bien, improlijos.


No fuimos inocentes.
No somos inocentes.
No lo seremos nunca.
Podríamos incluso justificar lo más terrible.


Un country puede ser un maquillaje del hastío:
cielos nublados, amaneceres solos,
cócteles frívolos, vecinos cómplices.
Entre la realidad y la ficción,
un poema puede ser una denuncia social.

Descansa, trágica hija.
Perdónanos.
Vivimos tu homicidio como una novela.
La literatura será nuestra coartada.
Los días salven tu dignidad.

ALFREDO LEMON

No hay comentarios: